Así caminaban hablando de los que habían visto en su viaje, y de esta manera se les hacía más fácil su camino, que de otro modo les hubiera sido muy penoso, porque entonces precisamente pasaban a través de un desierto. |
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Apenas nuestros peregrinos hubieron salido de este desierto, Fiel, volviendo sus ojos atrás, vio venir a uno, a quien reconoció pronto, y dijo a su compañero: |
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| Mira quién viene allí | |
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| Es mi buen amigo Evangelista! | |
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| Sí, y mío también, porque él fue quien me encaminó a la puerta. | |
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