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| Se dice que usted ya ha sido causa de que hayan tropezado algunos, y que muchos más corren peligro de ser arruinados. En usted la religión y la taberna, la avaricia, la impureza, la maledicencia, la mentira y las malas compañías, todo está fatalmente amalgamado. A usted se le puede aplicar lo que se dice de las rameras: que "son la vergüenza de su sexo"; así, es usted la vergüenza de todos los que profesan la religión. | |
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| Veo a usted propenso a prestar oídos a chismes, y que forma sus juicios con sobrada precipitación; por consiguiente, debe ser usted algún melancólico regañón, y así me despido de usted. Pasadlo bien. | |
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En esto, llegándose Cristiano a su compañero, le dijo: |
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| Ya te dije lo que iba a suceder; no podían armonizarse tus palabras y las concupiscencias de ése; prefiere abandonar tu compañía a reformar su vida. Váyase enhorabuena; él es el que pierde más; nos ha ahorrado la molestia de despedirlo. Además, haber continuado así con nosotros, hubiera sido para nosotros un borrón, y el apóstol dice: "Apártate de los tales." | |
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| Sin embargo, me alegro de haber tenido con él este pequeño discurso, tal vez en alguna ocasión vuelva a pensar en ello; yo le he hablado con toda sinceridad, y así estoy limpio de su sangre, si perece. | |
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| Hiciste bien en hablar con tanta claridad. Desgraciadamente, hay en estos días muy poca sinceridad en el trato de los hombres, y esto hace que la religión sea tan repulsiva a muchos. | |
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