En tan importante conversación marchaban, cuando volviendo Fiel los ojos a un lado, vio un hombre que se llamaba Locuacidad, que iba, aunque un poco distante de ellos, a su derecha, porque allí ya el camino era ancho y había bastante lugar para todos. Era un hombre alto y mejor parecido a alguna distancia que de cerca, y dirigiéndose a él, le dijo: |
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| ¡Eh! ¡Amigo! ¿Adonde va usted? ¿Al país celestial? | |
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| Sí, señor, allá me encamino. | |
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| Allá vamos todos. ¿Por qué no viene usted con nosotros y gozaremos de su amable compañía? | |
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| Con mucho gusto les acompañaré. | |
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Entonces Cristiano, Fiel y Locuacidad comenzaron a conversar sobre muchas cosas; pero Cristiano no participaba de ellas, pues conocia al hombre y sabía que los estaba engañando. Entonces le advirtió a su amig Fiel. |
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