A la mañana siguiente invitaron a Cristiano y Esperanza a dar un paseo por las montañas. La perspectiva que a los ojos de los peregrinos se presentó era sobremanera maravillosa. Mas no pararon aquí los agasajos de los Pastores. |
|
|
|
|
|
|
En esto manifestaron los peregrinos deseo de proseguir su camino, y los pastores convinieron en ello, y así anduvieron juntos hasta salir de las montañas. Entonces dijeron los Pastores unos a otros: "Vamos a mostrar a estos peregrinos la puerta de la Ciudad Celestial, si es que tienen habilidad para mirar por nuestro anteojo." Cristiano y Esperanza aceptaron la invitación, y llevados a la cima de le otra montaña llamada Clara, recibieron el anteojo. |
|
|
|
|
|
|
Procuraban mirar, en efecto, pero el recuerdo de lo que habían visto últimamente hacía temblar su mano de tal manera, que no podían ajustar el anteojo a su vista; sin embargo, creyeron divisar algo que parecía ser la puerta, también algo de la gloria del lugar. Y se despidieron de los pastores. Al despedirse, uno de los Pastores les dio una indicación del camino; otro les intimó que estuviesen prevenidos contra el Adulador; el tercero les aconsejó que se guardasen de dormir en el terreno Encantado, y el cuarto les deseó buen viaje en compañía del Señor. |
|
|
|
|
|
|