Se adelantaron, pues, otra vez Cristiano y Esperanza, siguieron su camino hasta llegar a un hermoso lugar llamado Alivio. Muy agradable les fue el tránsito por ella; pero era corta, y así, pronto la atravesaron, encontrando al otro lado una pequeña altura llamada Lucro, y en la cual una mina de plata. Algunos de los que antes han pasado por allí habían dejado el camino para visitarla, porque la hallaban muy rara; pero les sucedió que, acercándose demasiado al borde del hoyo, siendo falso el terreno que pisaban, cedió, cayeron y murieron; otros no murieron, pero se imposibilitaron allí, y hasta el día de su muerte no les fue posible recobrar sus fuerzas. |
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A poca distancia del camino y cerca de la entrada de la mina, estaba Demás para llamar cortésmente a los peregrinos a que se acercaran a verla. Este dijo a Cristiano y a su compañero: |
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 | ¿Qué puede haber tan digno que merezca detenernos y desviarnos de nuestro camino? |  |
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 | ¡Eh! Venid acá, y veréis una cosa sorprendente. |  |
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 | Aquí hay una mina de plata, donde se puede cavar y sacar un tesoro; si queréis venir, con un poco de trabajo podréis proveeros abundantemente. |  |
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